El papel de la juventud ante la crisis ecosocial

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Nos encontramos ante una pérdida de biodiversidad sin precedentes. Cuando la juventud sale a la calle a protestar en defensa del medioambiente, también lo está haciendo en defensa de la vida y de su derecho a existir.

Uno se da cuenta de toda la problemática, que en conjunto forma la crisis ecosocial, y de la cual, el cambio climático sin duda alguna es la punta del iceberg, pero también es el problema que acelera el resto.

Cuando llegas al nivel de concienciación ya es muy difícil salir y empiezas a dar la batalla desde este paradigma más amplio que es la crisis ecosocial.

Cuando hablamos de medioambiente, realmente no nos damos cuenta de la severidad y la urgencia de la situación. Cuando estas personas reivindican un planeta, un medioambiente sano, están reivindicando sencillamente el derecho a vivir.

Ya en 2019 el Foro Económico Mundial publicó un informe según el cual la crisis climática representa un riesgo para la humanidad mayor que el uso de armas de destrucción masiva.

Sin embargo, a nivel social se está respondiendo de manera distinta según los sectores. Hay una élite que se está enrocando en una inacción climática, incluso en un negacionismo, que es sencillamente asesino. Asesino de los ecosistemas y de la vida misma. Por ejemplo, hay datos como que cien empresas han producido el 71 % de las emisiones de efecto invernadero desde 1986. Sin embargo, es una élite que permanece en esa inacción.

La crisis ecosocial

Parece el gran teatro del mundo: un gran escenario, una gente que aplaude, luces y una batería de medios de comunicación dispuestos a disparar y hacer la foto del momento clave del discurso. ¿a dónde va ese discurso? Porque para hablar tenemos las manifestaciones, las reuniones, las conferencias, sin embargo, en esos momentos, donde realmente se tiene que negociar el futuro del planeta, el futuro de sus gentes y de todos los seres vivos, en esas mesas no hay palabra. Pero no sólo pasa con los jóvenes, pasa también con la sociedad civil, con los científicos, incluso con las delegaciones de los países.

Cuando irrumpió la juventud en la escena del cambio climático y de la crisis ecológica, parecía que se generaba cierta conciencia y cierta ambición y capital político que antes no había para hacer transformaciones a todos los niveles. Sin embargo quedó demostrado muy pronto que había sido una ensoñación colectiva, construida y alimentada desde la parte politica, mediatica e incluso la social, pero que a la hora de transformaciones sociales y económicas, que es lo único que puede solucionar la situación actual, no se ha visto que haya habido ningún cambio sustancial.