La tecnología también ha hecho que surjan conceptos como la tecnofobia, una situación que afecta generalmente a personas mayores y que está directamente relacionada con la salud mental.
Pero también tienen varios aspectos negativos que influyen en los usuarios, como el uso compulsivo de las redes sociales o el aislamiento social provocado mayoritariamente en adolescentes y niños por el mal uso de Internet como medio.
A lo largo del tiempo, la psiquiatría y la psicología han realizado diversos estudios sobre los efectos nocivos de la tecnología en el campo de la salud mental, con nuevos conceptos como tecnofobia, tecnoestrés y otros síntomas que siempre van acompañados del prefijo – tecno.
Desafortunadamente, muchas personas no pueden acceder a servicios especializados de salud mental y pueden sufrir las consecuencias de vivir completamente en el mundo digital. No, tus aplicaciones de salud mental no van a solucionar tus problemas. Por ejemplo, asociado al ámbito laboral aparece el tecnoestrés. , un concepto que se ha estudiado más a raíz de la implementación del teletrabajo durante la pandemia y que es más prevalente entre las personas mayores. Con ello se relaciona la tecnofobia, que el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) definió como “una mala adaptación para afrontar las nuevas tecnologías de forma saludable”. Pero, una vez más, aún queda mucho por investigar y por hacer.
- Tecnofobia: de la frustración y el malestar a la ansiedad
Tanto el tecnoestrés –más relacionado con el trabajo– como la tecnofobia son conceptos sobre los que poco se ha teorizado, aunque son temas que se acentúan tras 40 años desde su planteamiento inicial.
En primer lugar, cabe señalar que no todos los casos son iguales y que cada sintomatología de la tecnofobia puede ser un mundo diferente, además de que no en todos los casos la tecnofobia genera un profundo malestar –y tiene solución, por supuesto–.
En este sentido, la tipología patológica relacionada es la provocada por la ansiedad derivada de la tecnofobia; el resto podría clasificarse como común.
Los niños y adolescentes se enfrentan a un mundo en el que ya nacen con mucha tecnología a su alrededor y la han «normalizado». Según el experto, esto puede provocar indebidamente consecuencias a largo plazo como introversión o dificultades en las relaciones con otras personas.
En consecuencia, los adultos jóvenes podrían “generar dependencia y provocar este estrés, afectando su vida diaria”.
Aparecen personas mayores, que han vivido una época en la que todo se hacía a mano. De esta forma, cuestiones tan básicas como conseguir un recibo del banco pueden ser tareas hercúleas que generarían malestar y frustración.
«No tienen una guía en la que basarse para hacer todas estas cosas y, al final, creo que les limita mucho en el día a día», afirma el experto. «Cada vez se supone que nos deberían dar más facilidades, pero se las están quitando».
Como ocurre con cualquier habilidad aprendida a lo largo de la vida, las personas mayores se enfrentan a un sentimiento de inferioridad, provocado por la falta de recursos formativos para este colectivo.
Posibles medidas, por ejemplo, desde las propias escuelas hasta la formación de los padres en la escuela o cursos para personas mayores. Sobre todo, herramientas educativas a nivel preventivo, punto clave para evitar -o minimizar- problemas futuros.